El desarrollo auditivo está presente desde el útero, aunque aquí, éste aún no es capaz de dirigir la cabeza hacia el sonido.
El bebé tiene preferencia a la voz humana, a contrastes auditivos frente a los monótonos que sigan un mismo ritmo, a tonos agudos ante graves y a sonidos pautados.
Si te has fijado en la forma en que le hablas a tu bebé, te darás cuenta que, casi sin querer, cumples estos patrones. El habla que se emplea con los bebés suele tener un tono agudo, una entonación bastante exagerada con una prosodia característica, pausas entre frases, un ritmo más lento y una pronunciación clara. Además, la complejidad de las frases se adecúa a la edad de los niños y a su nivel de comprensión, por lo que no se usa un lenguaje muy difícil con términos que no puedan entender, aunque tampoco se debe caer en el error de utilizar un lenguaje muy fácil ya que si no, el niño no tendría un modelo para seguir aprendiendo. También se suelen repetir en parte lo que el niño dice y, de esta forma, sin darnos cuenta, le damos al niño un patrón correcto de lo que acaba de decir. Esto es muy importante, ya que cuando el niño empiece a hablar, no conviene estar todo el tiempo corrigiéndole de forma imperativa y, de esta forma, lo corregimos sin que él se dé cuenta. Las frases suelen ser más cortas, se usan más cuestiones y también se suelen hacer muchos gestos con los que se acompaña lo que se dice.
Cuando se utilizan estos patrones, el bebé le presta más atención a los padres y esto interesa muchísimo ya que a partir de aquí, los niños empiezan a procesar los estímulos que escuchan.Empiezan a crearse intercambios comunicativos, turnos de conversación que son la puerta al desarrollo del lenguaje oral.
Por eso, te animo a que continúes o pongas en marcha, si es que no lo haces, este tipo de características cuando hables con tu bebé, porque este tipo de habla es atractiva para tu él, prestará más atención cuando le hables y, con ello, facilitarás la aparición del lenguaje oral.
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