Estoy cansada de que haya maestros que
mandan lecturas obligatorias a los niños. Seguro que muchos de los
que me leéis sabéis de qué hablo, y cuidado que sé que muchos
otros maestros se rebanan los sesos buscando materiales que gusten a
los peques. Pero de siempre se ha hecho: a principio de curso se
manda una lista con las cosas que los padres tienen que comprar para
los enanos y, entre ellas, siempre suele haber algún libro de
lectura, o con suerte, para elegir entre varios de una serie. ¿De
verdad? ¿Un libro de lectura OBLIGATORIO para un niño que hace dos
días que ha aprendido a leer?
Puedo recordarme a mí misma, hace ya
muchos años, yendo con mis padres a comprar los libros de texto y
ver cómo el señor de la tienda preguntaba a mi madre cuál de los
libros que tenía allí metía en la saca. Cómo en esas fechas la
tienda está abarrotada de gente que tan sólo quiere salir de allí
lo antes posible, al final el señor acababa por mostrar los dos o
tres que tenía a mano. Yo, pequeña entonces, me guiaba por el
dibujo de la portada para hacer mi elección. En tan sólo un minuto
había sentenciado la lectura que tendría que tener en ese trimestre
y pobre de mí si el dibujante era muy bueno y el escritor no valía
un duro.
Años después, no deja de hacer muchos
también, me recuerdo en 4º de ESO. Mi profesor de lengua era un
bendito (no creo que lea mi blog así es que no le estoy haciendo la
pelota, además ya aprobé su asignatura). El pobre era, y creo que
sigue siendo, un apasionado y amante de los libros. Más de una vez
fui a su casa para preguntar ejercicios que no entendía antes de la
selectividad, y me enseñó una colección de libros que no le cabían
en la habitación. En esa época no creí que nadie pudiera leer
tanto. Os puedo asegurar que no es lo típico de colecciones que se
ven llenas de polvo y que sus páginas nunca se han descubierto. Eran
libros manoseados, por varias veces algunos, y que habían
transmitido y seguro que emocionado, a su lector. Como os digo, este
hombre amaba tanto los libros que sólo quería hacer que nosotros
pudiéramos llegar a sentir, aunque sólo fuera una pequeñísima
parte, lo que podía hacerte un libro. Un libro escogido. No un libro
de lectura obligatoria. Creo que se saltaba las “normas”, pues
recuerdo que mientras otros amigos míos de otros instituto leían
libros obligados para ese curso, los clásicos, yo podía ELEGIR el
libro que me gustaba. A veces la elección era un fiasco, pero no
dejaba de ser “mi” fiasco. Elegir un libro. Y no sólo eso, nos
daba puntuación extra por cada libro que leyéramos. Nos acostumbró
a escoger libros de la pequeñísima biblioteca que entonces tenía
el instituto, nos hizo un carnet de biblioteca y nos hizo leer las
fichas de resumen que tenían dichos libros para que viéramos si
podía o no, ser de nuestro agrado. ¿No os parece genial? Ese hombre
no sólo consiguió que alumnos denominados “cafres” cogieran un
libro, sino que consiguió que entráramos a la biblioteca, leyéramos
muchas reseñas y escogiéramos. Claro que muchos hacían trampa.
Buscaban resúmenes y los copiaban de compañeros. Quienes hacían
eso eran los que veían a los libros como un Objeto No Identificado.
Pero daba igual, pues las reseñas las habían leído, a la
biblioteca habían ido, se habían molestado en buscar el resumen,
leerlo y escribirlo y encima, hablaban sobre él.
Hay actividades de animación a la
lectura muy buenas. Entiendo, que en una clase en la que se vaya a
hacer una actividad sobre un libro de lectura en concreto, al niño
se le obligue a leerlo. Pero si se hace de forma dinámica, entre
toda la clase, no cada niño a su libro y ya está.
Hay maestros que se preocupan de
conseguir en sus alumnos que LE GUSTEN los libros. Otros, por
desgracia, no lo fomentan. Lo obligatorio cuando están en primeros
cursos no debería ser que lean un libro de los que el maestro diga,
lo obligatorio debería ser conseguir que los niños acaben el curso
habiéndoles creado “el gusanillo” por la lectura. No os
preocupéis de si el niño coge un libro de “la lista” o no,
aunque evidentemente deberá ser de su edad. Preocupaos de llevarlos
a la librería y que sea él quien escoja el libro. Que se vea
rodeado de tantos libros que le gusten, que no sepa cuál llevarse a
casa. Que el niño es “avispado” como dicen algunos y coge un
libro que tiene muchos dibujos... ¿Y qué más da? Preocúpate de
que le guste. Si le gusta ese, poco a poco será él quien se vaya
haciendo cada vez más exigente. Si el libro tiene muchos dibujos
también estará trabajando. ¿Acaso no se quedan embobados
mirándolos? Se fijará en los detalles y propiciará la atención.
Comentad los dibujos del cuento con él, que haga el suyo propio
cuando acaben de leer, que explique de qué iba, que se invente un
final alternativo... Hay cuentos preciosos con dibujos que enamoran y
con textos más cortos, pero ¿quién sabe si será ese libro el que
le enganche a muchos más? ¿Por qué no se usan esos cuentos como
lecturas del colegio?
¡Metedlos en la historia y que la
vivan! Ese es un buen camino para que los niños lean de verdad.
Dejad que los niños escojan sus cuentos.
LOGOPEDA MÁLAGA, ALHAURÍN, CÁRTAMA, TORREMOLINOS...
LOGOPEDA MÁLAGA, ALHAURÍN, CÁRTAMA, TORREMOLINOS...
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