Los puzle son actividades que tienen muchos beneficios para los pequeños. Al hacerlos, estamos trabajando la observación, el análisis, la concentración y la atención, ya que necesita fijarse bien en la ficha escogida y ser capaz de analizarla para buscar otras fichas que tengan similitudes con ese dibujo, forma, color, etc. Además ejercita la memoria visual, ya que debe tener un esquema previo de cómo era dicho puzle y recordar en qué lugar iba cada pieza. Por otro lado, al estar manipulando las fichas de los puzles están trabajando la motricidad fina de los dedos, que sería la encargada de realizar, por ejemplo, movimientos de pinzado.
Cuando hagáis un rompecabezas con vuestros hijos podemos y debemos usarlo para acercaros a ellos y, cómo no, para mejorar su lenguaje oral. Comentad todo lo que aparezca en el rompecabezas: contar las veces que se repite algún objeto, preguntadle para qué sirve, dónde lo podemos encontrar, de qué color es, etc.
Para hacer un puzle podéis usar cualquier fotografía. Yo os recomiendo que hagáis fotografías de las partes de la casa, de la comida, de sus juguetes, etc. De cosas que sean significativas para el niño. Si son muy pequeños (menos de tres años) hacedlos de pocas piezas (2/3), y en función de cómo lo vaya resolviendo id haciendo cada vez más fichas. Para esa edad no busquéis cosas muy complicadas, buscad fotos de objetos enteros: un cepillo, un peluche, una mano... y combinarlas en un mismo puzle como se ve en la foto.
¡A comenzar a jugar!
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